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Es Carnaval cuando "ogni scherzo vale"

En Italia desde que somos pequeños nos enseñan la frase “A Carnevale ogni scherzo vale” que es un poco la esencia de una no fiesta que se celebra en todo el mundo. ¿Por qué digo no fiesta? Porque en el calendario no se marca ningún día en rojo, simplemente sabemos que es un momento un poco de locura y alegría, aunque me parece que poco a poco va perdiendo su real significado de rebeldía, revolución y liberación de las energías vitales. 


La frase citada me la repetía siempre mi abuela y viene a decir que durante el carnaval se puede gastar cualquier tipo de broma, aunque en realidad hace referencia a una más lejana tradición de este periodo, es decir la posibilidad de expresarse a través de la sátira y de vivir con ligereza el momento de transición hacia la primavera, sentido que remonta a los ritos paganos de prácticamente todos los pueblos occidentales y que se reforzó con el sentido cristiano de la Cuaresma. 

También el Carnaval por siglos ha sido un momento de crítica política: con las bromas y las máscaras el pueblo podía públicamente salir a la calle y decir lo que pensaba de los gobernantes. Este papel se puede ver muy bien en el tradicional “Carnaval de Cádiz” que a través de la música popular transmite mensajes poderosos que reflexionan sobre el presente. 


Venezia, Carnaval 2025
Venezia, Carnaval 2025

Las máscaras del Carnaval como el Arlequín, Pulchinelas o Colombina son famosas en todo el mundo por representar a unos tipos humanos, con características que van un poco amoldándose a los tiempos pero que, más o menos, conocemos todos y que representan el carrusel de los estereotipos de la sociedad: la hipocresía, la astucia, la codicia, la ligereza ecc…Es decir que nos ayudan a reflexionar sobre los tiempos en que vivimos, pero también en observar cómo ciertas características persisten en los siglos. 


Hoy en día, dejando aparte los carnavales más importantes del mundo como el de Río De Janeiro, New Orleans, Venecia, Cádiz o Tenerife (entre los más destacados) que conservan su propia identidad cultural, la impresión que tengo es que se haya perdido el valor simbólico del Carnaval, que va mucho más allá del disfraz. 


Escribe el poeta Rubén Darío “Canción de Carnaval”, donde emerge la importancia de la alegría como fuerza creativa y arrulladora, que se necesita como inspiración poética y en sentido más amplio como transgresión que proyecta hacia la vida. 


Musa, la máscara apresta,ensaya un aire jovialy goza y ríe en la fiestadel Carnaval.

Ríe en la danza que gira,muestra la pierna rosada,y suene, como una lira,tu carcajada.

Para volar más ligeraponte dos hojas de rosa,como hace tu compañerala mariposa.

Y que en tu boca risueña,que se une al alegre coro,deje la abeja porteñasu miel de oro.

Únete a la mascarada,y mientras muequea un clowncon la faz pintarrajeadacomo Frank Brown;

mientras Arlequín revelaque al prisma sus tintes robay aparece Pulchinelacon su joroba,

di a Colombina la bellalo que de ella pienso yo,y descorcha una botellapara Pierrot.

Que él te cuente cómo rimasus amores con la Lunay te haga un poema en unapantomima.

Da al aire la serenata,toca el auro bandolín,lleva un látigo de platapara el spleen.

Sé lírica y sé bizarra;con la cítara sé griega;o gaucha, con la guitarrade Santos Vega.

Mueve tu espléndido torsopor las calles pintorescas,y juega y adorna el Corsocon rosas frescas.

De perlas riega un tesorode Andrade en el regio nido,y en la hopalanda de Guido,polvo de oro.

Penas y duelos olvida,canta deleites y amores;busca la flor de las florespor Florida:

Con la armonía te encantasde las rimas de cristal,y deshojas a sus plantas,un madrigal.

Piruetea, baila, inspiraversos locos y joviales;celebre la alegre liralos carnavales.

Sus gritos y sus canciones,sus comparsas y sus trajes,sus perlas, tintes y encajesy pompones.

Y lleve la rauda brisa,sonora, argentina, fresca,¡la victoria de tu risafunambulesca!

(R.Darío)


En el mundo contemporáneo donde estamos tan comprimidos dentro de nuestro propio cuerpo ya casi incapaz de expresarse, donde cada ritual o fiesta que se celebra se adscribe dentro de los límites de un consumismo burgués enfermizo, el Carnaval debería ser un momento de fuga y de alegría, de romper cánones estéticos y recuperar algunos, una especie de sincretismo cultural que no sería tan difícil en el tiempo de la globalización, un poco hortera, un poco elegante, un poco sabio y un poco loco, Quijotesco, quizás … pero con una pizca de baile brasileño y sátira contemporánea. 


¿Cómo brotó el tema del blog de hoy? 

La semana pasada estuve en Venezia al comienzo del Carnaval. Entre turistas y muros que hablan de belleza y decadencia, vi los desfiles de las máscaras venecianas, un encanto sin tiempo. Aquellas vestidos maravillosos y las caretas decoradas a mano como auténticas joyas, el silencio de los rostros enmascarados, la idea de poder vestir por unos días una identidad secreta, peligrosa, immaginifica lo que tanto asustaba a los poderosos de las tierra (se dice que Napoleón llegó a prohibirlo por el miedo de las conspiraciones) me dio paz interior, me pareció como un teatro a cielo abierto donde poner en escena la belleza, la alegría, el color. 


¡Qué viva el Carnaval! De espíritu auténtico, declinado en todas sus formas de la más lúdicas e irreverentes, a la más artísticas y elaboradas, pero que mantenga su fama de rebeldía debajo de la máscara, de simpleza popular y de voz en contra del poder. Menos superhéroes y más personajes de la imaginación o de la tradición.  

Os dejo con una canción que adoro y que habla de Carnaval y vida ¡Qué aprovechen!: 


“El aire de la calle” de Los Delinqüentes. 




 
 
 

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