De Picasso a Munch: un baño de belleza en Milán.
- Loca Rina
- 19 ene
- 3 Min. de lectura
El miércoles fui a Milán a ver la exposición de Picasso, titulada “Lo straniero” (https://www.palazzorealemilano.it/mostre/lo-straniero) que se estrenó el 26 de abril de 2024 en memoria del bombardeo de Gernika y será visible hasta el 2 de febrero en el Palazzo Reale.
Cuando uno va a ver a Picasso, nunca sabe bien que esperarse, por lo menos una persona que tiene unos conocimientos básicos del artista, ya que Pablo Picasso produjo mucho, vivió mucho y sobre todo al final de su carrera era un poco una rock star del mundo del arte. Además, como Frida, está muy “brandizado”: camisetas, reproducciones, citas en las redes sociales, tazas, calendarios etc… En fin, como siempre el riesgo es de saturarse.

Picasso también es una figura muy controvertida dentro de mí, porque si por un lado tiene algunos aspectos que me fascinan y me seducen (como por ejemplo lo que fue capaz de inventar con el cubismo o como supo “destruir” la idea del arte jugando con su niño interior), hay otras que revelan un marcado egocentrismo y narcisismo (la relación totalmente insana con las mujeres por ejemplo y la continua tensión al rescate social). Así que iba un poco sin expectativas. En realidad la exposición me gustó, no tanto por las obras que vimos (aunque hay algunas realmente impactantes) sino por el recorrido histórico, social, psicológico que hace del hombre, más que del artista recorriendo también casi 100 años de la historia contemporánea de Europa, vista a través de las relaciones, los documentos policiales, las noticias, los eventos que rodeaban al pintor malagueño, su Yo inquieto, luchador, a veces violento e incapaz de encontrar su sitio en el mundo. No sé si fue nuestra guía que dio este corte o si la muestra está pensada así, con un fil rouge que une la vida de Picasso a la figura del minotauro (criatura que a menudo aparece en sus obras) como símbolo del viaje interior hacia la parte más oscura y bestial del ser humano que busca ser destruido y rescatado al mismo tiempo, pero esta clave de lectura me gustó mucho ya que puso en evidencia los aspectos humanos de un artista icónico y, a menudo, muy ideologizado y estereotipado.
Es una exposición que pone de manifiesto la naturaleza humana de cualquier genio, y con ella el sufrimiento, la incapacidad de curar nuestra heridas, la prepotencia del subconsciente en nuestros actos y la fuerza de las ideas, porque Picasso en esto sí fue disidente toda su vida, pensamos en el profundo acto político que representó y todavía representa Gernika. Incluso hoy en día es un monumento que recuerda el dolor y el horror de todos los conflictos del mundo, algo que se repite generación tras generación y todos nos quedamos absolutamente atrapados en su mágico simbolismo sobre el cual se ha escrito de todo, quizás a veces de forma un poco novelada.
La real sorpresa, sin embargo, me la llevé con Edvard Munch.
Ya que estábamos en Milán con unas clases y los querían ir de compras (¡Qué sorpresa!) mi colega y yo decidimos entrar a la exposición “Il grido interiore” ya que Munch, al contrario de Picasso, no es tan fácil de ver fuera de su museo en Oslo. Tengo entendido por una colega de arte que están reformando el museo y por eso está viajando un poco por Europa. La muestra será próximamente a Roma (del 11 de febrero al 2 de junio 2025) en Palazzo Bonaparte.
La galería de cuadros es un crescendo de pura belleza y conmoción, como si Munch fuera capaz de capturar en igual medida el dolor, el amor, la nostalgia, la elegancia, los miedos del mundo. Hablo completamente como profana, pero merodeando por las telas, escuchando cómo se relacionaban con los diferentes periodos de su vida me sentí hipnotizada por el cuento de un mundo en bílico entre la vida y la muerte, la fe y la razón, la tristeza y la euforia, la locura y la sanidad. Como pasa sólo con ciertos artistas sentí como la hermosura de los colores, la intensidad de las pinceladas, la provocación hacia el mundo, la sensualidad de las mujeres me emocionaba a cada paso, salir de allí fue como haber cruzado 70 vidas y millones de estados emotivos. Me recordé de cuánto lo necesitaba, de cuanto el mundo necesita que algún artista sea capaz de sublimar para ellos el dolor o el miedo del mundo para transformarlo, en algo tan maravilloso que aunque pueda espantarnos nos traspasa de parte a parte, sin destruirnos.
Llevar los chicos a todo lo que se relaciona con las artes hoy es un acto indispensable, porque muchos de ellos no irían nunca si no fuera por la escuela y aunque haya momentos en que se aburren o no entienden quiero pensar que el seme de la belleza antes o después brotará.
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